Las distintas administraciones del país anuncian de manera periódica su oferta de empleo público, siendo necesario para conseguir uno de esos puestos aprobar unas oposiciones, una tarea que requiere un gran esfuerzo de estudio, sobre todo si has perdido el hábito. Te ofrecemos algunos consejos para que este reto no se te presente más cuesta arriba aun de lo que es.
Smartphone: las nuevas distracciones
Cuando estudiabas la carrera no había teléfonos inteligentes como motivo constante de distracción. Aunque lo tengas en silencio, mirarlo cada cinco minutos desinfla la concentración. Te va a costar prescindir del aparato, en más medida cuanto más enganche tengas a él. Mejor colocarlo lejos y en silencio.
Opositar es un trabajo, grábatelo a fuego
No es como ir al instituto o a la universidad. La clave es organizarse y ser constante. Consigue sacar un rato todos los días de manera que lo puedas compaginar con tu vida y obligaciones.
Busca apoyo
Cuando no tienes ningún hábito de estudio cuesta ponerse y concentrarse, no sabes por dónde empezar. Si estudias con más opositores todo será más llevadero y os apoyaréis y reforzaréis mutuamente. Pero cuidado con compararte con otros, cada estudiante es un mundo.
Recursos de internet
Es la otra cara de la era de internet: puede serte de gran ayuda ya que puedes usar desde los tutoriales de Youtube a la resolución de dudas en foros, o la consulta a páginas acreditadas que sean especialistas en los que estudias.
Entrenamiento psicológico
Estudiar es como montar en bicicleta, nunca se olvida. Si no te crees capaz vas a caer en el desánimo. No creas que por ser joven los que tengan más experiencia lo harán mejor, ni, al contrario. Cree en ti mismo y recuerda que suspender entra dentro de las posibilidades.
De fácil a difícil
No es buena idea empezar por la parte más densa del temario. Deja eso para más tarde y ve cogiendo ritmo con los contenidos menos dificultosos. Pon te metas y ve consiguiendo progresos que serán pequeños premios de aliento.
Cuidado con la intensidad
No vayamos a comenzar el primer día por diez horas de estudio. Vamos de menos a más, incrementando el ritmo y la intensidad. Empieza despacio y ve subiendo hasta las cuatro o cinco horas diarias, para acabar llegando incluso hasta 8.
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